Por: Dpa
En un año en que tanto el cine, la TV, la música como la literatura perdieron grandes figuras, hubo tres muertes que sacudieron a la opinión pública por lo inesperadas y trágicas: la de la estrella de «Los Soprano» James Gandolfini, la del joven actor de «Glee» Cory Monteith y la de Paul Walker, protagonista de «Fast & Furious».
La muerte de Gandolfini de un ataque al corazón a los 51 años en Roma conmocionó a sus fans en todo el mundo, quienes lo seguían con devoción desde que encarnara al carismático jefe mafioso Tony Soprano en la exitosa serie de TV. El actor estadounidense de origen italiano había terminado de filmar «Enough Said» (Nicole Holofcener), su debut en la comedia romántica, que se estrenó de forma póstuma.
No menos sorpresiva fue la muerte del joven actor canadiense Cory Monteith, de 31 años, uno de los protagonistas de la serie de TV musical «Glee», quien fue hallado sin vida en una habitación de hotel. Poco después, la autopsia estableció que había muerto por una sobredosis de drogas y alcohol.
En tanto, el estadounidense Paul Walker, que se hizo famoso gracias a la saga de carreras «Fast & Furious» falleció irónicamente en un accidente automovilístico en California, cuando tras chocar se prendió fuego el coche en que viajaba. Tenía 40 años.
Hollywood perdió además a una de sus más legendarias figuras, Peter O’Toole, el excéntrico e idealista coronel británico del megaéxito de los 60 «Lawrence de Arabia». El actor irlandés murió a los 81 años en Londres tras una larga enfermedad, dejando un legado de más de 50 películas, entre ellas «Goodbye Mr. Chips» y «What’s New Pussycat».
La ciudad de las colinas también despidió a Joan Fontaine, protagonista de «Rebecca», la primera película del británico Alfred Hitchcock en Estados Unidos, y dijo adiós a su sirena, Esther Williams, quien brilló con sus coreografías en los musicales acuáticos de los 40 y 50.
España lloró en 2013 a una de sus más grandes figuras, la actriz y cantante Sara Montiel, la primera española en trabajar en Hollywood y símbolo sexual de las décadas 50 y 60. «Saritísima», quien protagonizara películas como «La violetera» y «El último cuplé», murió a los 85 años y tuvo una despedida digna de una estrella, con cientos de personas apostadas en La Gran Vía de Madrid que arrojaron flores y gritaron vivas al paso de su féretro.
Apenas un mes después fallecía a los 80 años el actor español Alfredo Landa, creador de un subgénero de la comedia de enredos bautizada como «landismo», quien trabajó a las órdenes de Luis García Berlanga, José Luis Garci o Mario Camus, entre otros.
El cine español también lamentó la muerte del «erotómano» Bigas Luna, director de films como «Jamón Jamón» (con unos jovencícismos Javier Bardem y Penélope Cruz, antes de ser pareja), «Son de mar» y «La teta y la luna», quien murió de cáncer a los 67 años.
En tanto, el mundo de la música se sorprendió un domingo de octubre con la muerte de Lou Reed, ex líder de Velvet Underground, a los 71 años, tras complicaciones derivadas de un trasplante de hígado. El músico estadounidense de biografía turbulenta, compañero de andanzas de David Bowie e Iggy Pop en los 70, forma ya parte del panteón del rock gracias a canciones como «Walk On The Wild Side», «Perfect Day» y «Satellite of Love».
Lejos de su Cuba natal, en Suecia, murió a los 94 años el pianista y compositor Bebo Valdés, una de las figuras más importantes del jazz latino y de la época dorada de la música cubana, padre del también músico Chucho Valdés, quien vivía en España. Allí falleció también a los 82 años Manolo Escobar, uno de los más importantes referentes de la música popular española, quien cantó desde «El porompompero» hasta la famosísima «Y viva España».
Algo más al norte, en París, falleció a los 79 años el cantautor francés Georges Moustaki, mientras que en Roma se apagó la vida de Jimmy Fontana, cantante de la tantas veces interpretada canción romántica «Il Mondo», a los 78 años.
En tanto, en el mismo año en que una mujer, la canadiense Alice Munro, se llevaba el Premio Nobel de Literatura, moría a los 94 años la británica Doris Lessing, que se había quedado con el premio más importante de las letras en 2007. La autora «El cuaderno dorado» y «La buena terrorista», que se crió en Zimbabwe, había ganado también el Príncipe de Asturias de las Letras en 2001.
Dos éxitos de ventas, el británico Tom Sharpe y el estadounidense Tom Clancy, murieron también este año. Sharpe, autor de una serie de novelas que tenían por protagonista al antihéroe Henry Wilt, murió en España a los 85 años, mientras que el estadounidense Clancy, muchas de cuyas novelas como «La caza del octubre rojo» y «Juegos de patriotas» fueron llevadas al cine, falleció a los 66 años. Su compatriota Richard Matheson, autor de la célebre novela de ciencia ficción «Soy leyenda» (también adaptada a la pantalla grande), perdía asimismo la vida a los 87 años.
Latinoamérica, por su parte, despidió al colombiano radicado en México Álvaro Mutis, Premio Cervantes en 2001 gracias a sus poesías y novelas como «La mansión de Araucaíma» e «Ilona llega con la lluvia», quien murió a los 90 años en su país adoptivo. Y 2013 fue también el adiós del comprometido José Luis Sampedro («La sonrisa etrusca»). Falleció en abril a los 96 años dejando huérfanos a los «indignados», que dos meses antes habían perdido al francés Stéphane Hessel.
Las artes plásticas, en tanto, lamentaron la muerte del argentino León Ferrari, quien hace casi 10 años, mucho antes se que se convirtiera en el actual papa Francisco, se había enfrentado con el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, por una muestra de su obra en la que, entre otras cosas, pequeños Cristos saltaban de una tostadora y un grupo de santos eran freídos en una sartén.